Fruto de la casualidad, sin haber sido un viaje previsto, en los últimos meses he seguido algunos de los pasos de Antonio Machado. El poeta sevillano, por circunstancias profesionales y el propio devenir de la vida, recorrió numerosos lugares en los que dejó parte de su producción y, por supuesto, una importante huella. A través de las etapas de la vida del poeta, visitamos algunas ciudades españolas que marcaron la carrera profesional y los momentos personales más íntimos. Nos vamos tras las huellas del paso del viaje de Antonio Machado.
Antonio Machado nace el 26 de julio de 1875 en Sevilla y fallece en Francia, en Colliure, el 22 de febrero de 1939. En este post reproducimos algunos de los pasos del viaje de Antonio Machado a lo largo de su vida.
Sevilla, nacimiento e infancia
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla y un huerto claro donde madura el limonero…
«Retrato», Campos de Castilla 1912 (CXVII).
El lugar de nacimiento de Antonio Machado, en la residencia familiar en Sevilla, tiene mucho de poético y algo de aristocrático. El viaje de Antonio Machado se inicia en el mismísimo Palacio de las Dueñas, en una de las viviendas que estaba en la zona de los patios de Naranjos del palacio de la familia de los Alba que tenía alquilada la familia.
Una placa conmemorativa recuerda todavía hoy el nacimiento del célebre autor. Aunque no es el único personaje importante que pasó por el palacio de los Duques de Alba. Las más importantes dinastías aristocráticas europeas pasaron por allí con invitaciones de sus dueños, personajes como Alfonso XIII, la Emperatriz Eugenia de Montijo, la mismísima Grace Kelly o Rainiero de Mónaco, su esposo, fueron algunos de los célebres visitantes de tal palacio.
Los estudios en Madrid
La familia de Machado se traslado a Madrid siguiendo a su abuelo, catedrático en la Universidad Central. La vivienda familiar se ubicó en un primer momento en el Barrio de Salamanca en la esquina entre la Calle Villanueva y Claudio Coello. Posteriormente, poco tiempo después se desplazaron a la zona del actual barrio Chueca-Justicia, cerca de la sede de la Institución Libre de Enseñanza. Ni mucho menos fue el último de los domicilios de la familia ya que pasaron también por la calle de Santa Engracia, la calle Fuencarral en sucesivas mudanzas por las penalidades que pasó la familia tras la muerte del abuelo.
Desde los ocho a los treinta y dos años he vivido en Madrid con excepción del año 1899 y del 1902 que los pasé en París. Me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza y conservo gran amor a mis maestros: Giner de los Ríos.
«Autobiografía», Antonio Machado
La Calle Alcalá, la puerta de Alcalá, Cibeles y Gran Vía fueron lugares habituales de paseo de Machado y, por supuesto, también disfrutó de las las tertulias literarias de los cafés históricos de la ciudad y del famoso Teatro Español. La vida en Madrid, junto con su hermano Manuel tanto en la parte familiar como profesional y en su círculo de amigos, les permitió conocer a otros literatos con Juan Ramón Jiménez y Francisco Villaespesa. En esta época de descubrimientos profesionales y estudios entre París y Madrid, comienza a hacer algunos trabajos para los diarios Blanco y Negro y el modernísimo ABC, fundado en la época.
Pero Madrid no estuvo presente en la infancia y juventud de Machado, su familia continuó residiendo aquí tras la marcha de Machado a Soria y por esto, volverá en sucesivas ocasiones, primero con Leonor y posteriormente viudo durante su estancia en Baeza.
París, estudios y viajes
Antonio Machado estuvo tres veces en París; en 1899 (de junio a octubre); en 1902 (de febrero a agosto) y en 1911 (de enero a septiembre). Los dos primeros viajes tuvieron como objetivo el conocimiento y acercamiento a la cultura francesa. En el primero, pasó una temporada en el hotel Médicis (hoy Le Clos Médicis y que podéis encontrar en Booking), célebre también por haber dado cobijo a otro gran autor: Verlaine. El hotel situado entre la zona del Panthéon y de la Sorbona forma parte del Barrio Latino, donde probablemente pasó Antonio Machado parte de su tiempo parisino. En esta época conoce a Rubén Darío que vivía en la misma zona, en concreto en la calle Herschel.
Por supuesto, hay otros lugares míticos en las que Antonio, acompañado de Manuel, pasó parte del tiempo en París, entre ellos la editorial Garnier en el vecino barrio de Faubourg Saint-Germain. Allí se trasladaron a un pequeño hotel en la calle Perronet, lugar hoy ocupado por un bonito hotel de 4 estrellas: Hotel Académie Saint-Germain. Años después, quizá en una visita un tanto trágica, volvería a aquel hotel acompañado de Leonor.
Soria y Leonor (1907 – 1911)Es la tierra de Soria árida y fría.
Por las colinas y las sierras calvas, verdes pradillos, cerros cenicientos, la primavera pasa dejando entre las hierbas olorosas sus diminutas margaritas blancas.
La tierra no revive, el campo sueña. Al empezar abril está nevada la espalda del Moncayo; el caminante lleva en su bufanda envueltos cuello y boca, y los pastores pasan cubiertos con sus luengas capas.
«Campos de Castilla», 1912
Menudo cambio debió suponer tras los años que había pasado en las grandes capitales, Madrid y París, recalar en una pequeña ciudad de provincias como lo era Soria en el inicio del siglo XX. Quizá lo entendió como un paso atrás en lo profesional, sin embargo, allí descubrió no sólo un lugar para dar rienda suelta a su capacidad poética. Soria marcó un antes y un después en la vida sentimental del autor. No voy a juzgar el hecho de que cuando conoció a la que fuera su esposa esta tuviera 13 o 14 años según las crónicas. Aunque manifiestamente joven, no fue un impedimento para que un año después de conocer a Leonor en Soria se produjese el matrimonio.
El enlace se produjo en la iglesia de Santa María la Mayor que está situada en la Plaza Mayor de Soria y en cuya puerta, como recuerdo, se encuentra la escultura a la joven muchacha. Soria fue un escenario literario perfecto no sólo para Machado, otros autores como el famoso Becquer ya habían pasado por ella, y a la ciudad le dedicó numerosos versos.
Sin embargo, la misma felicidad que le había dado la ciudad, también se la arrebató cuando la jovencísima Leonor, con tan solo 18 años falleció tras haber contraído tuberculosis. La muerte de su esposa sumió a Machado en una profunda tristeza que provocó su solicitud para marcharse de la ciudad castellana. No tuvo muchas posibilidades en cuanto a su traslado, Baeza, en la lejana Jaén, fue la única vacante que encontró el autor.
El tercer viaje de Antonio Machado a París fue con su esposa Leonor gracias a una beca de estudios para mejorar el conocimiento del francés en 1910. La vida en París, como no podía ser de otra forma, se volvió muy poética, cultural e, incluso bohemia. Allí disfrutaron de la compañía de Rubén Darío y su pareja Francisca Sánchez. Sin embargo, en el verano siguiente, tras un viaje a la zona de la bretaña francesa, la joven Leonor enfermó. En julio, de vuelta a París y al mencionado hotel de la zona de Faubourg Saint-Germaina empeoró y poco pudieron hacer por su mejoría. A su vuelta a los pocos días a Soria, Leonor falleció.
Baeza (1911 – 1919)
Desde mi ventana, ¡campo de Baeza, a la luna clara! ¡Montes de Cazorla, Aznaitín y Mágina! ¡De luna y de piedra también los cachorros de Sierra Morena!
«Apuntes», CLIV.
Tras la muerte de su amada esposa Antonio, completamente devastado, solicitó su traslado fuera de Soria. No había muchas plazas disponibles, por lo que su destino fue el Instituto de Baeza que hoy se sitúa en la antigua Universidad de la ciudad. Allí impartiría Gramática francesa durante 7 largos años en los que incluso siendo una bellísima ciudad, su estima por la misma no crecía fruto de la desolación que había llegado a su vida tras el fallecimiento de Leonor. Sin embargo, la estancia en Baeza proporcionó un interesante desarrollo en su carrera como profesor y autor.
En esta ciudad se produjo un hecho muy interesante para la literatura española, ya que en 1916 se conocieron Federico García Lorca y Antonio Machado. El joven Lorca ya cursaba sus estudios desde un par de años antes en la Universidad de Granda. A lo largo de sus años universitarios Federico disfruto de varios viajes por Andalucía y el norte de España. Uno de estos viajes le llevó a Baeza y a conocer a Antonio Machado, el cual sería un auténtica referencia en su literatura. El propio Federico llega a hablar de él como “padre” literario en alguno de sus textos, aludiendo así a la importancia que tendrá Machado en su carrera.
Segovia… parada Guiomar (1919 -1932)
Tras sus siete años en Baeza, Machado recaló en Segovia donde además de dar clases en el Instituto General y Técnico de la ciudad, tuvo relación con otros personajes ilustres de la época y numerosos literatos. Entre las relaciones sociales que mantiene en Segovia, sin lugar a dudas, la de “Guiomar”, fue la más importante. Esta mujer, que en realidad se llamaba Pilar de Valderrama, pertenecía a la burguesía y era autora de poesía. Llegó a Segovia, ya que no era de la ciudad y tras conocer a Machado, se convirtió en una auténtica musa para el poeta.
Mucho se ha hablado de la relación de Machado y su Guiomar, sin embargo, como la misma Pilar de Valderrama escribe en su vejez, se trató de una relación platónica, que siempre se vivió en secreto. A partir de la llegada de la II República, que Machado vivió en Segovia, solicitó una cátedra de francés en Madrid, donde se trasladó finalmente en 1932.
Vuelta a Madrid… y la Guerra (1932)
¡Madrid, Madrid! ¡Qué bien tu nombre suena, rompeolas de todas las Españas! La tierra se desgarra, el cielo truena, tú sonríes con plomo en las entrañas.
«Poemas de la Guerra» (1936-39)
Tras la llegada a Segovia, son muchas las ocasiones en las que Machado pasa por Madrid, en algunos casos para visitar a su familia, que vivía en la Calle General Arrando, bien para hacer algunos “negocios”. Pero desde 1932 se trasladó a vivir a la ciudad de nuevo gracias a esa cátedra de francés en un instituto. Por desgracia, el inicio de la Guerra y los primeros meses, hicieron que la familia Machado se trasladase a Rocafort en Valencia.
La Guerra impide la serenidad de Machado y su familia, que tras su paso por Valencia, algo más de año y medio, pone rumbo a Barcelona. La plausible ocupación de la ciudad precipita el último viaje de Antonio Machado fuera de España: el exilio. Desde Barcelona cruza los Pirineos hacia Colliure, en Francia, donde falleció en febrero de 1939, algunos meses antes del final de la Guerra Civil.