La ruta que hicimos por la Toscana es una auténtica delicia para los sentidos y las emociones. En muchos de los pasos que dábamos me veía sumergida de unas sensaciones únicas entre las ganas de viajar que había y la belleza que provoca el síndrome de Stendhal. En este post quería, simplemente contaros, los sitios de que me hicieron emocionar en Toscana y las sensaciones que me generaron cosas tan simples como un helado de coco sentada en el pavimento de la Piazza del Campo de Siena. ¿Te vienes a recorrer las emociones tocanas? No es un post al uso, quizá no encuentres muchas recomendaciones aquí…
Postales desde Toscana
San Gimignano
Sin caer en el tópico, San Gimignano es uno de los pueblos más bonitos no sólo de Toscana si no de Italia. Estuvimos un par de días, queríamos quedarnos a domir en el propio pueblo para disfrutar de la puesta de sol, de la noche y, sobre todo, de las primeras horas de la mañana para hacer algunas fotos sin turistas. Error (no os lo tomeis al pie de la letra, porque en realidad fue una auténtica maravilla y os recomiendo quedaros a dormir alli), las ocho de la mañana en el centro de San Gimignano no hay turistas pero sí una cantidad ingente de camionetas y camiones de carga y descarga. Pero eso es otra historia…
San Gimignano me produjo un efecto único, sobre todo cuando al caer el sol me dirigí al mirador panorámico de Via degli Innocenti. No es la mejor vista de San Gimignano ya que las mejores están en las carreteras cerca del pueblo, según te acercas o te alejas del centro urbano y te encuentras su famoso skyline medieval. Sin embargo, la vista desde el propio pueblo también es es increíble, tanto hacia la parte urbana como a los campos que lo circundan. San Gimignano se teñía de tonos cálidos que bañaban el granito grisaceo y la mampostería calcárea de los edificios y sus torres… A lo lejos alguna cigarra y las primeras luces de las colinas, a mi lado algunos gritos estridentes de niños y familias, gentío en general. Sin embargo, cuando logras abstraerte de todo y pensar que ese momento es uno de los más bellos que has disfrutado en los últimos tiempos, la senscación es impagable.
Siena
Siena tiene tantos lugares que podrían ser parte de estas postales que merecería un post solo para ella. Siena es una de las ciudades que visité en mi viaje de estudios con el instituto, depués hace más de 20 años volví durante los últimos días del Erasmus. En aquella ocasión me llevaron a un “mirador” que se encontraba en una zona que no era de tránsito habitual, pero a la que accedimos en una cena de una contrada. Las contradas son las agrupaciones de sieneses que compiten en el Palio, algo así como peñas, asociaciones… De aquel momento no recuerdo fotos, sin embargo, si tenía un recuerdo imborrable de la bellisima panorámica que ofrecía esa vista hacia la ciudad. Rezando para que mi buen sentido de la orientación no se equivocase esta vez. Así, una de las noches que pasamos en Siena nos fuimos hasta el lugar que apuntaba mi brújula visual y, efectivamente, allí se encontraba aquel lugar.
Tengo que decir que el portón estaba abierto, ya que la mejor foto se toma desde una zona privada y me colé un poquito. Pero la imagen es maravillosa… tan espectacular que a la mañana siguiente volvimos todas para hacer algunas fotos con luz de esa espectacular vista de Siena. Tengo dudas de qué vista elegiría, si la de día o la de noche, pero no tengo dudas de que es uno de los sitios más impresionantes que puedes encontrar en un viaje a Toscana. Me recordaba, en cierta manera, las vistas de Matera, las sensaciones también eran parecidas, porque hay veces, que estás delante de algo que te emociona hasta ponerte los pelos de punta e incluso te hace sofocar y la respiración se te corta, a mí me pasa de vez en cuando.
Siena tuvo en aquellos días veraniegos algunos otros momentos muy especiales. Sobre todo, sin duda, a nivel emocional, un momento tan aparentemente trivial como comerse un helado sentados sobre el pavimento en espiga de la Piazza del Campo. Soy de mezclas embarazosas en los sabores de los helados. ¡Cuántas veces me han mirado mal los dependientes italianos! Porque las mezclas que hago deben ser un delito y ello siguen sin entender las combinaciones sin sentido de gusto que no tienen relación sensitiva entre ellos. Y allí estaba yo con mi helado de coco y alguna otra cosa, sentada en minifalda disfrutando de aquella impresionante plaza medieval, entre voces, susurros, parejas, amigos, risas de críos… Qué poco hacía falta, o cuánto quizás, para encontrar momentos de felicidad.
Las carreteras del Valle de Chianti
Obviando que el coche que alquilamos no podía ser peor ya que su velocidad máxima sería similar a haber subido las colinas en burro, las carreteras del Valle de Chianti son una delicia si te gusta conducir. A mí me gusta, y mucho, aunque no me sentía cómoda creando colas al volante, si que disfruté de muchos momentos entre curvas, viñedos y paisajes. Visitamos un par de sitios en Chanti, paramos en alguno de los muchos pueblos vinícolas y paramos en algunos bonitos miradores. La foto es una panorámica de parte del Valle de Chianti desde la localidad de Radda in Chianti, un encantador pueblo que basa su economía en el vino y que ofrece actividades relacionadas con este. No pude probar los vinos en el trayecto, cosas que tiene lo de conducir y ser responsable, pero creo que es fácil embriagarse sin alcohol en estos lares…
El atardecer de Volterra
Volterra, aunque prevenida por las buenas lenguas que me habían hablado de esta preciosa localidad, fue una auténtica sorpresa. Es, sin duda, uno de los pueblos más bonitos de Italia y cuenta con un repertorio arquitectónico que va desde los Etruscos hasta el barroco que te deja absorto con tanto estilo. Peor sin duad, para mí, una de las postales más impresionantes de Volterra es su atardecer, fue absolutamente inolvidable. Ya no hacía tanto calor como los primeros días del viaje, la brisa era bastante agradable e, incluso, se empezaba a necesitar una chaqueta cuando tiraba un vieno un poco más fuerte. La caída del sol entre el valle y las salinas a lo lejos, allá abajo, convirtió a Volterra en una ciudad con tonos rosados, en los que deslumbraba la cúpula de su iglesia Mayor, ¡qué curiosa es esta construcción!
El mirador hacia el valle se llena de gente deseando ver como el sol tiñe de tonos entre rojizos y rosados los campos, la salina y las vides, oscureciéndolo entre sonidos rurales y tanta admiración. Una de las postales más bonitas de un verano en La Toscana y el recuerdo de un piropo que debió ser el último…
Piazzale Michelangelo en Florencia
Florencia es una ciudad única, no sé ya las veces que la he visitado y aunque confieso que no es la ciudad que más me gusta en italia (podéis tirmarme algunas piedras por ello y las admitiré), es una ciudad impresionante. De Florencia son muchos los sitios que me gustan, en especial la manzana donde se sitúa la Casa de Dante y la Trattoria Del Pennello, uno nde los sitios más agradables del centro de la ciudad. Pero si hay un sitio que me gusta es el Piazzale Michelangelo, la plaza turística desde donde divisar una panorámica única de Florencia desde lo alto.
Para subir os aconsejo que cojáis un autobús, la subida es bastante larga a pie y en bus se llega en nada. El piazzale tiene dos niveles, ambos llenos de gente, pero podrás hacerte algunas fotos sin que haya demasiada aglomeración. Las vistas, de día, de noche o al atardecer son fabulosas, para mí las mejores de Florencia. La bajada, sin embargo, es un auténtico lujo, sobre todo a través de las escaleras que salen desde el mirador Vittorio Sermoni que va a dar al Giardino delle Rose. Podéis ir bajando y parando para disfrutar de las vistas.
Es verdad que en Florencia hay tantos lugares inolvidables que cada uno, con su experiencia encontrará en este lugar algún momento único. Yo de este verano me llevo muchos, momentos como los de la impresionante tabla de salumi que nos comimos en La Prosciutteria, el mojito (más malo que nada) en lo alto de aquella terraza, la pasta del Pennello, o las vistas desde Fiesole con las que durante muchos años había fantaseado por culpa del Renacimiento florentino. Cuántas postales… para un verano en La Toscana.
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Y por supuesto, no nos hemos olvidado de la Gastronomía en Toscana: qué comer.