Malta es un país lleno de encanto. En él me enamoré de las coloridas calles, a ratos desiertas, de su piedra dorada y cálida al atardecer, de las aguas color turquesa de sus pequeñas bahías y del sabor siciliano de sus platos que me hizo sentir como en casa. Sin embargo, aunque os he hablado muy bien de estas fantásticas islas también me gusta ser crítica con algunos detalles que sí pero no. Hoy os cuento algunas cosas que aunque me gustaron mucho tienen un pero, esas cosas que podrían ser mejores incluso, pero que por el azar, el destino, el tiempo u otros miles factores no consiguen ser perfectas.
Cosas de Malta que me gustaron, pero no del todo
La arquitectura y el urbanismo en Malta
La arquitectura en Malta es una de esas cosas que sí pero no. Me gustó muchísimo la arquitectura típica de Mdina o La Valeta, con esas casas hechas en piedra caliza y dorada, con un cierto aire a la piedra salmantina de Villamayor. Estructuras con varios pisos y bonitas terrazas decorando el nivel superior. Me encantó la arquitectura residencial de La Valeta con edificios destinados a vivienda y decorados externamente con coloridos balcones de diferentes tonos, además de sus grandes edificios barrocos y sus múltiples iglesias. Por supuesto, no tengo un pero para las impresionantes construcciones milenarias que visité, con las que me sorprendí y disfruté. Son bonitos también los fuertes que protegían el Gran Puerto de manera ferrea y, a la vez, monumental.
Me llamaron la atención además edificios modernistas pertrechados con forja y trabajos en hierro típicos del art nouveau, que vi en Sliema, una ciudad que es realmente fea y que lo único interesante que podéis ver a nivel arquitectónico son algunas villas frente al paseo marítimo. Sin embargo, me horrorizó la cantidad de edificios y el terrible urbanismo de algunas zonas como San Julián o la propia Sliema. El turismo ha creado monstruos costeros y estas localidades se han convertido en un buen ejemplo de las atrocidades constructivas al más puro estilo Benidorm o la Marbella de Jesús Gil. Estas localidades están repletas de una maraña de edificios prácticamente uno pegado al otro sin espacios verdes y sin ningún respeto por el urbanismo moderno. En resumen, me pareció terrible incluso Spinola Bay que era el lugar más fotografiado de la zona.
A este espanto urbano hay que añadir la aglomeración de jóvenes estudiantes de inglés más interesados quizá por la misma palabra sin tilde que por la lengua. Chavales que llenaban baretos de todo a un euro, inflándose a chupitos y dejando todo perdido. En fin, cosas de la juventud y del turismo lowcost en cierto modo. El urbanismo en Malta es muy atropellado, es cierto que las islas no son grandes, pero tampoco están concebidas con reglas dinámicas y organizadas, de hecho es normal que en medio de las carreteras se adelanten edificios creando curvas impensables como las de la isla de Gozo.
El transporte en Malta
El transporte en este país es otro sí pero no. Si algo me sorprendió durante nuestra visita a las islas de Malta y Gozo fue la facilidad con la que es posible moverse en transporte público por cualquier lugar de las islas. Las líneas de autobús van de punta a punta del país teniendo como ejes centrales La Valeta y Floriana en Malta y Victoria en Gozo. El transporte es fluido y cómodo, aunque encontrarás zonas con menos frecuencia es muy sencillo visitar zonas como Rabat, Mdina o el precioso pueblo de Marsaxlokk. Me ha parecido muy útil y bien organizado el sistema de transporte en la isla de Malta. El número de líneas y la frecuencia de estas es bastante aceptable, puedes recorrer casi cualquier lugar de la isla con estos autobuses interurbanos.
Yo recorrí el país así, con autobuses y con ferry para unir las dos principales islas, aunque tuve algún que otro problemilla el día que fui hacia la parte suroeste de la isla de Malta, mala planificación mía. Otra de las grandes ventajas de moverse en autobús es que con la tarjeta semanal por 21€ puede realizar todos los viajes necesarios para tus traslados. La parte del no me gusta, del no para los transportes es la conducción de los autobuseros, la mayoría de ellos conducen fatal. Si montas en los autobuses malteses te darás cuenta de que los frenazos son algo habitual a lo que te tendrías que acostumbrar si no quieres un infarto. El tráfico en la isla es terrible está sobrecargado y hay pocas vías principales por lo que él no es para el tráfico más que para el transporte en sí. Otro punto negativo de los autobuses es su aire acondicionado: si fuera estás muriendo de calor y con una humedad del 90% al entrar en los autobuses de Malta te congeladas fácilmente por lo que es mejor que te lleves algo para cubrirte.
El precio del transporte es muy económico, los precios de los billetes individuales varían entre invierno y verano, 1,5€ a 2€. Si quieres moverte en autobús público la mejor opción es la tarjeta semanal con un coste de 21€ para adultos. Además de los transportes públicos también es sencillo alquilar un coche, siempre teniendo en cuenta que la conducción es como en los países anglosajones. El taxi tampoco es una opción cara, puedes realizar muchas rutas por menos de 20€.
Mapa de transportes públicos en la isla de Malta y de Gozo.
Las playas de Malta
Las playas en Malta son un gran no pero no, no me gustaron, no puedo mentir. Existen en el pequeño país mediterráneo pocas playas concebidas tal y como las entendemos en España: grandes extensiones de arena fina y dorada en los que plantar la sombrilla y tumbarse al sol. Hay numerosas playas urbanas, por llamarlas de alguna manera, consisten en zonas cementadas desde las que acceder al mar para darse un chapuzón. Existen algunas playas de arena dorada pero no son muchas y algunas de ellas o la mayoría en ciertas temporadas estarán completamente llenas de gente. Las islas de Gozo y Comino gozan de algunas zonas maravillosas para el baño sin embargo están atestadas de gente sobre todo en los meses de verano y ese mismo baño se hace casi imposible. En mi caso alterné algunos días de playa o llamarlos de agua con el turismo cultural.
Eché mucho de menos en los tres últimos días en La Valeta una piscina o una playa a la que poder ir. La capital no cuenta con este tipo de servicios públicos y son muy pocos los hoteles que disponen de ella. Durante la estancia en Saint Julian estuve en una playa en la que no cabía un alfiler. Fue una experiencia espantosa. En Qwara no había buenas playas tampoco. Un rotundo NO si lo que vas buscando a Malta es sol y playa.
Lo que me encantó de Malta
Pero este no es un post para dejaros un mal sabor de boca porque, aunque el primer día cuando llegué a Saint Julian dije: ¡Dónde me he metido!, el resto del viaje fue fascinante. De Malta me encantaron muchísimas cosas entre ellas:
- La Valeta, para tratarse de una capital de estado es diminuta, tanto como encantadora. Sus cuestas, sus balcones de colores llamativos, sus restaurantes con un sabor mediterráneo, sus fachadas barrocas ligadas a los Caballeros de la Orden de Malta me estremecieron hasta emocionar. Tanto es así que la primera noche que la vi decidí que volvería la mañana siguiente. Quería volver a verla de día aún a sabiendas de que los dos últimos días del viaje los pasaría allí. Además, Nader.
- Mdina es como si el tiempo se detuviera. Observar las bungavillas sobre las fachadas o las vistas desde su fortaleza hacia los valles cercanos transmite calma y belleza anclada en siglos atrás. Una ciudad bella y atemporal. Junto a ella Rabat, otra pequeña ciudad en la que visitar las famosas Catacumbas de San Pablo, un lugar único.
- El snorkel en las aguas turquesas de Comino fue uno de los mejores momentos de mi verano. La claridad de sus aguas permite reconocer numerosas especies y disfrutar del Mediterráneo en todo su esplendor.
- La gastronomía en Malta, de la que no os voy a hablar hoy porque tenéis un post dedicado a ella en el que encontraréis todas los maravillosos platos de los que disfruté.
Si estáis pensando en visitar Malta no dejéis de hacerlo, es un país maravilloso en el que hay mucho que ver y hacer.