El siglo XVI dio lugar en Salamanca a una de las explosiones arquitectónicas más bellas de nuestro país. La ciudad, ya con cierta importancia en aquella época se lleno de casas señoriales y palacios, iglesias parroquiales, edificios universitarios y puso las primeras piedras de su segunda Catedral. Hoy te llevo de paseo por algunos de los edificios más bellos del renacimiento en mi ciudad, palacios que recorrí durante mis estudios de doctorado y que dieron como fruto mi tesina de doctorado: El Medallón en la arquitectura salmantina del siglo XVI. Hoy me pongo meláncolico-artísitica y te presento algunos edificios renacentistas muy interesantes que no te deberías perder si visitas Salamanca.
Los textos son tomados de mi tesina, con alguna modificación, todas las reseñas bibliográficas las podéis encontrar allí.
Ruta por Salamanca y el Renacimiento: palacios
La llegada del siglo XVI supuso para Castilla una etapa de prosperidad. En este contexto de prosperidad económica, comienza a gestarse la idea de ciudad renacentista en contraposición con la ciudad medieval existente hasta ese momento. Salamanca se había constituido como villa medieval en el siglo XII tras la repoblación iniciada por Raimundo de Borgoña. Durante los siglos XII y XIII la actividad constructiva de la ciudad se limitó sobre todo a las construcciones promovidas por el estamento eclesiástico, como las iglesias románicas. Los siglos XIV y XV fueron una época de una gran inestabilidad política y social en Castilla, que dejó en la ciudad de Salamanca una nobleza dividida por las luchas entre los distintos linajes.
Al final del siglo XV se inició una etapa de gran desarrollo económico y social continuado a lo largo de todo el siglo XVI, abarcando desde el reinado de los Reyes Católicos, Carlos V, a Felipe II, aunque en el caso de Salamanca se podría ampliar al reinado de Felipe III. En el inicio de este siglo XVI en Salamanca se promueve la construcción de nuevos edificios, fundamentalmente religiosos por parte de la iglesia, y civiles, por la de la nobleza de la ciudad. Así, las familias más importentes, interesadas en exhibir y potenciar su poder económico y social comienzan una interesante actividad constructiva que dará lugar a numerosas casas palacio.
La Casa de las Muertes
Aunque se desconoce exactamente su fecha de construcción la Casa de las Muertes es obra del arquitecto Juan de Álava, al que mi querida directora de tesina, Ana Castro Santamaría ha dedicado una buena parte de sus investigaciones. La casa se data en las primeras décadas de siglo y actualmente solo se conserva de esta primitiva edificación la fachada principal. En ella, sobre la entrada, el escudo de armas de la familia Ibarra y un gran busto del Arzobispo Fonseca.
Junto con estos elementos decorativos aparecen los medallones de dos figuras femeninas lujosamente vestidas, a la moda de la época, con joyas y tocados. El trabajo escultórico es de gran calidad, aunque el relieve es más bajo que los demás medallones de la fachada. En el segundo piso también hay otros dos medallones, en esta ocasión dos guerreros romanos con decoración vegetal. El programa iconográfico de la fachada tiene dos funciones, por un lado homenajear al patriarca don Alonso de Fonseca y, por otro, a la familia Ybarra.
Si visitas esta casa, al menos su fachada, pregunta por la leyenda que encierra, una de las más terribles de la ciudad… ¿Por qué llamarán Casa de las Muertes a este magnífico palacio renacentista?
Palacio de La Salina
El Palacio de la Salina, actual sede de la diputación de Salamanca. Fue mandado construir alrededor de 1538 por don Rodrigo de Messía y su esposa doña Mayor de Fonseca. Antonio Casaseca, profesor mío durante la carrera y gran estudioso del renacimiento en Salamanca, retrasa su construcción hasta 1549-1556 y, aunque atribuye la traza a Rodrigo Gil de Hontañon, la ejecución la pone en manos de Machín de Sarasola.
Es un palacio de trazado irregular, en el que destaca la fachada, con una estructura muy original, y el patio, de planta irregular. La fachada está dividida en tres cuerpos. El inferior presenta una novedosa estructura que no se había visto en otros edificios de la ciudad; se trata de una arcada abierta formada por cuatro grandes arcos de medio punto con desigual dimensión, sustentados por columnas sobre bases poligonales. Las enjutas de estos cuatro arcos están decoradas con cinco medallones que alternan bustos masculinos y femeninos. El segundo piso lo forman tres ventanas flanqueadas por columnas que sostienen entablamentos sobre los que se colocan medallones sujetos por tenantes. El último cuerpo está formado por una galería de ocho arcos de medio punto que recuerdan el estilo característico de otros palacios salmantinos relacionados con Rodrigo Gil.
Entre los elementos decorativos de la fachada encontramos un total de ocho medallones, cinco en las arcadas del piso inferior, de los cuales tres han sido identificados como: Cleopatra con el pecho descubierto y el áspid, Marco Antonio y Safo. Otros tres se ubican sobre las ventanas del segundo piso. La mujer identificada como Cleopatra, viste según la moda renacentista, pero deja uno de sus pechos al descubierto, toma en una de sus manos un áspid. Sin embargo, en algunos programas de “mujeres ilustres”, la imagen de una mujer desnuda o semidesnuda, con una víbora enroscada al y la cabeza del reptil cerca del pecho, se ha identificado con la Discordia, figura de la mitología grecorromana.
Un amplio zaguán comunica el exterior con el patio central, un patio con planta y alzado irregular. El arco de entrada es rebajado y muy amplio, ocupa casi todo el ancho del patio. En sus enjutas aparecen los tondos con bustos de una figura masculina y otra femenina. La pareja se ha identificado con Don Rodrigo de Messía y Doña Mayor de Fonseca, promotores de la obra. De frente, una arcada con arcos mixtilíneos similares a lo que se hace en la Casa de las Conchas; esta parte es más antigua que el resto de la casa.
A la izquierda, una galería con cinco arcos plenamente renacentistas con medallones con bustos en las enjutas. Se presentan dos dobles parejas de figuras masculinas y femeninas.
Para todo el conjunto el profesor Casaseca reconocía varias manos en la ejecución de los medallones por la diferencia de calidad en la talla. Por un lado, los del patio, en los que se pueden percibir síntomas de mayor tosquedad y rostros idealistas y menos expresivos, que el autor compara con los bustos de San Pedro y San Pablo de la portada de la iglesia de San Isidro. Y por otro lado, los de la fachada.
Palacio de Figueroa
El Palacio de Figueroa, hoy Casino de Salamanca, se ubica posiblemente en el mismo lugar que algunas antiguas casas señoriales anteriores. El impulsor de la obra fue Juan de Figueroa, aunque existen una serie de incógnitas en torno a la promoción de la obra, entre ellas los escudos que aparecen en la portada principal de la Calle Zamora. El escudo de la izquierda pertenece a la familia Figueroa y el de la derecha pertenecería a la familia Rodríguez de Ledesma o Ledesma. Actualmente estos escudos aparecen casi totalmente borrados.
La estructura pertenece a 1550-1560. Aunque actualmente no se conserva una torre, ésta, junto con algunos detalles estilísticos y ciertos elementos decorativos, han hecho que muchos especialistas hayan atribuido la autoría este palacio a Rodrigo Gil de Hontañon. Tanto la estructura como la decoración guardan importantes similitudes con la portada del Palacio de Garcigrande y la de la Iglesia de San Isidro. Posiblemente el origen de este diseño esté en la arquitectura religiosa.
La portada principal es la que se abre al sur, en la calle Zamora. En ella aparecen un total de nueve medallones, aunque no todos pertenecen al periodo renacentista. Cuatro de los medallones que decoran las ventanas del primer piso son claramente obras posteriores. Se trata de dos personajes vestidos como guerreros y una pareja de dama y caballero. Su talla es evidentemente de menor calidad, plana, tosca, torpe y sin expresividad. Posiblemente formen parte de las transformaciones del palacio al final del siglo XIX o inicios del XX. Restan cinco medallones del siglo XVI en esta fachada. En la parte izquierda del arco aparece un personaje masculino barbado y en el lado derecho un personaje femenino con indumentaria del siglo XVI, cuya talla es de gran calidad y detallismo. De hecho, son los medallones que más me gustan de toda la ciudad.
Este tipo de representación es una idealización del matrimonio como ejemplo de virtud en la vida seglar y los vamos a encontrar en las enjutas de varios palacios y casas como contraposición de los modelos de virtud de la vidad religiosa, encarnados por las imágenes de San Pedro y San Pablo propios de las portadas religiosas.
En la portada de la Calle Concejo se repite el mismo esquema compositivo. El caballero presenta una edad mas avanzada, lleva la barba recortada y cuidada y un gorro que cubre su cabeza. La dama, con ese típico traje de mujer renacentista salmantina, tan bonito… En la parte superior de la portada se coloca un medallón con la imagen de Dios Padre, en actitud de bendición con la mano derecha y con la bola del Mundo en la izquierda.
Palacio de Garcigrande
La construcción del Palacio de los Garcigrande tiene lugar en la primera mitad del siglo XVI. Apenas existen referencias documentales sobre su autoría, pero se ha puesto en relación con los arquitectos y escultores que trabajaron en el Palacio Figueroa, que está situado en una a pocos pasos. Del palacio original se conservan dos de las fachadas y la portada de la fachada sur.
La portada presenta una estructura similar a las dos portadas del Palacio Figueroa. Se distribuye en torno a un arco de medio punto flanqueado por dos semicolumnas acanaladas con capiteles, que soportan un entablamento. En las enjutas del arco hay dos medallones figurados. Sobre el entablamento se abre un vano, flanqueado por escudos. Encima del vano otro escudo flaqueado por niños y en cuya parte superior se coloca una venera, detalle que algunos autores han relacionado con Rodrigo Gil.
Los medallones y los escudos son problemáticos a la hora de la interpretación ya que en ellos aparecen las armas de muchas familias nobles: Santisteban, Espinosa, Girón, Guzmán, Brochero o Maldonado, pero ha sido imposible vincularlos con alguna de las muchas familias nobles que se sabe vivían en la plaza de Santo Tome.
Los medallones efigian dos figuras. El personaje masculino, a la izquierda, se presenta vestido a la moda renacentista, barbado y con gorro; a la derecha, una bella dama también vestida a la moda de la época. El caballero es muy similar al que aparece en la portada norte – Calle Concejo – del Palacio Figueroa; los dos presentan el mismo tipo de vestimenta y el mismo gorro, llevan barba, aunque el de Garcigrande mas recortada. El personaje hace un gesto con sus manos indicando hacia la parte central de la portada.
La dama es joven, presenta un vestido que se repite en otros medallones de la ciudad, el de la portada sur – Calle Zamora – del Palacio Figueroa y el del patio del Palacio Arias Corvelle. Lleva el cabello anudado con una cinta muy sutil. El rostro presenta una talla muy fina, que recuerda las características de esos otros palacios. Al igual que en el caso del de Figueroa los medallones podrían identificarse de nuevo como los propietarios del palacio, sin embargo más que un retrato fidedigno de éstos se presentan como una imagen idealizada del matrimonio, una alegoría.
Palacio de Arias Corvelle
La construcción de este palacio se remonta al último tercio del siglo XV, pero de aquella obra sólo restan las ventanas de traza gótica enmarcadas por un alfiz en la fachada y la portada con arquivolta de arquillos lobulados y alfiz que rompe para acoger el balcón. El palacio original ocupaba el terreno del actual Palacio San Boal y la escuela de Bellas Artes de San Eloy. Durante el segundo tercio el siglo XVI se acomete una obra de transformación del edificio debida a los Herrera y Enríquez de Salamanca, patronos de San Boal.
El interior del palacio se distribuía en torno a un patio rectangular. De aquel patio original restan tan sólo dos de las galerías laterales, la del lado norte y oeste. Tiene dos galerías, las de los lados mayores presentaban cinco arcos y las de los menores cuatro. La parte baja se abre por medio de arcos de medio punto y la superior con escarzanos que restan esbeltez al conjunto.
Solo hay seis medallones ejemplo de la escultura del siglo XVI en este palacio, en ellos se puede apreciar que son de dos épocas o momentos distintos. Los tres de las enjutas de la galería inferior del lado este pertenecerían a mediados del siglo XVI. A la izquierda un caballero, vestido a la moda renacentista, la camisa con las mangas abullonadas y gorra, similar a los caballeros de las portadas de los palacios de Figueroa y de Garcigrande. Forma pareja con la dama que se encuentra en el tondo central. Los tres medallones de la galería inferior del lado norte pertenecen a una época posterior, posiblemente al último tercio del siglo XVI. No hay un programa iconográfico que aporte las ideas referentes a “la virtud” del matrimonio que hemos encontrado en otros palacios. La aparición de estos personajes se debería al simple gusto por la representación de los propietarios del palacio en dos momentos diferentes. En la mitad del siglo XVI una familia formada por tres miembros, la dama, el caballero y un infante. Y otros tres miembros de la familia, años después.
Palacio de Monterrey
Fue construido entre 1539 y 1566 por don Alonso Acevedo y Zúñiga, tercer conde de Monterrey, casado con doña María de Pimentel. Las trazas fueron contratadas con Fray Martín de Santiago y Rodrigo Gil de Hontañon en enero de 1539; días después se contrató para la ejecución de la obra con Pedro Ibarra, Miguel de Aguirre y Maese Pedro. La planta trazada por Rodrigo Gil es muy distinta de lo que conocemos hoy del palacio. Se trataba de una planta basada en el esquema tradicional de palacio castellano con un patio interior con dos galerías de pisos, posiblemente adintelados sobre capiteles y zapatas. La decoración del patio podría haber sido similar al claustro conventual de las Dueñas, con medallones adornando los dinteles.
Lo construido, sin embargo, se redujo a una sola ala, con una planta de bodegas, acabada en torno a 1540, y un piso noble, dividido en dos plantas. Las chimeneas de la parte superior también aparecen decoradas con diferentes motivos. Una de ellas, la situada al norte, está decorada con dos medallones. La ubicación es original, representan el único ejemplo en la ciudad de Salamanca, se podría deber la introducción de modelos franceses de chimeneas decorativas (Castillos de Chambrod, Amboise…). Por un lado, se efigia un personaje masculino que presenta una ejecución sumaria, vestido a la moda del siglo XVI y con gorro renacentista. En el lado contrario, un personaje femenino haciendo pareja con el anterior también vestida a la moda de la época. La dama porta una especie de puñal en actitud de clavárselo, podríamos identificarla con una Lucrecia “a la moderna”.
El mito de Lucrecia fue un argumento repetido en las obras literarias de la época. Lucrecia encarna la imagen de mujer virtuosa que prefirió el suicidio a vivir deshonrada. Es habitual su representación dentro de programas alusivos a la virtud y al amor virtuoso, como en el Patio del Palacio Escoriaza Esquibel o la portada del Palacio Miranda de Burgos. La ejecución de estas chimeneas se ha relacionado con el foco de escultura francesa y no podemos olvidar la importancia que tuvieron canteros y entalladores franceses en la introducción de elementos decorativos en el inicio del renacimiento. Las vistas desde las chimeneas del Palacio de Monterrey son absolutamente fantásticas.
El curioso edificio de la Calle Francisco Vitoria
No existen datos ni referencias documentales que nos ayuden a encuadrarla en una fecha a lo largo del siglo XVI. Posiblemente se trató de la casa de alguno de los canteros o entalladores que pudo trabajar a lo largo del siglo en la Universidad o en la Catedral, por la cercanía de su ubicación. Sobre los dinteles de las ventanas del primer y segundo piso aparecen medallones con personajes de la época.
En el primer piso sólo podemos observar uno de los dos que existieron, debido al deterioro. Se trata de una figura femenina, con indumentaria renacentista y el cabello recogido con una cinta, el rostro ha desaparecido. En el piso superior encontramos una pareja, dama y caballero que podrían representar a los dueños de la casa. Se encuentran muy deteriorados; sin embargo, apreciamos la bella factura en la representación de la dama con atuendo renacentista y un caballero barbado con el cabello aborrascado de impronta clásica.