Triers es una encantadora ciudad alemana muy cerca de la frontera con Luxemburgo, con un pasado histórico que bien merece una visita y con un ambiente primaveral muy divertido. Durante mi viaje a Luxemburgo aproveché uno de los días para acercarme a Trier, me apetecía mucho conocer un poco más sobre el pasado romano de un país como Alemania y descubrir la huella de estos conquistadores en zonas del norte de Europa. Hoy te cuento qué ver en Trier en un día, una ruta por los imprescindibles en esta bonita e interesante ciudad.
Qué ver en Trier: los imprescindibles en un día
Llegué a Trier tras aterrizar en el aeropuerto de Luxemburgo. Pensé que la mejor manera de conocer esta ciudad era desplazarme en autobús desde el aeropuerto y así emprendí la visita. Llegar desde el Aeropuerto de Luxemburgo es muy fácil ya que hay autobuses directos que llegan al centro de Trier. Son bastante frecuentes y fácil de encontrar en la terminal de llegada. El camino es muy entretenido, son unos 45 kilómetros de los que unos cuantos se hacen en la ribera del río Mosela, una zona de vinos y viñedos con bonitos paisajes que bien merecería si hubiese tenido tiempo una parada.
Llegué a Trier con un montón de planes y visitas por hacer, y, aunque tengo que confesar que no pude ver todo todo lo que quería disfruté de un día maravilloso de turismo, cervezas y paseos. Había muchísimo ambiente ya que se celebraba un festival de música y en varios lugares de la ciudad había escenarios, chiringuitos y terrazas, me pareció muy “español”.
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Uno de los principales atractivos de la antigua Tréveris es la impronta y los vestigios de la arquitectura que los romanos dejaron en la ciudad. El mejor exponente de su paso es la Porta Nigra (Puerta Negra), una imponente puerta de entrada a la ciudad. Fue mi primera parada y uno de los lugares que tienes que ver en Triers. Se construyó en el siglo II después de Cristo en un momento de gran auge y explendor económico de la urbe. Es una obra realmente única en la historia de la arquitectura, nunca había visto otra igual. A lo largo de los siglos la puerta cambió de función, llegando a ser, incluso, morada de un monje anacoreta.
La Puerta Negra es un edificio imponente, lo que más me gustó es poder acceder a su interior y no solo verla desde el exterior. El acceso se realiza a través de unas escaleras monumentales que conducen a los diferentes niveles de la consturcción para admirar la decoración del interior. La decoración en piedra me pareción maravillosa, con festones y armas, claro, puro estilo romano. Pero no solo hay que admirar el interior de la Porta Nigra, sino que tambien, desde ella puedes tener unas preciosas vistas de la ciudad.
Me entretuve bastante visitando Porta Nigra y también en el trayecto entre este monumento y la Catedral. Como había tanta gente en la calle y estaba tan animado me tomé un vino en la Plaza del Mercado donde había varios puestos en la calle en los que te podías tomar una cerveza o cualquier otra cosa. La plaza del Mercado, Hauptmarkt, es el centro neurálgico de Trier, aunque me encantó su arquitectura la mayor parte es una reconstrucción del siglo XX ya que los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial devastaron la bonita plaza medieval. Se conservan milagrosamente algunas casas del siglo XVI, justo las que dan acceso al antiguo barrio judío de la ciudad.
Desde esta bonita plaza me dirigí a visitar la Catedral. Me impresionó mucho su exterior, creo que me recordó a algunas asignaturas de la carrera, en concreto a la de Alta Edad Media, en la que nos explicaron algunas catedrales medievales alemanas como la de Maguncia. La Catedral de San Pedro, tal como la conocemos hoy ya que se asentó sobre construcciones anteriores, pertenece al siglo XIII. Es un edificio que forma parte de los monumentos de Interés mundial de la UNESCO. El exterior con sus grandes fachadas románicas me recordó, como os decía, a la catedral de Maguncia, la cual, en línea recta se encuentra a unos 150 kilómetros por lo que mi veredicto no parecía muy errado. Está construída en grandes secciones de ladrillo rojo a vista y sirvió de ejemplo a otras iglesias de la zona. Lo más característico del románico tardío es la decoración sencilla con arcos de medio punto y arquillos en ventanas y galerías. En el interior de la iglesia hay una reliquia importantísima para la tradición cristiana, se trata de la Santa Túnica de Cristo, aunque su datación es incierta.
Tras estas dos visitas volví a la plaza del mercado para comer algo, era un día bastante caluroso por lo que pude darme el gusto de comer en una terraza en Alemania. Después de comer di un paseo muy tranquilo hasta la Basílica de Costantino, otro de los ejemplos de arquitectura romana que ver en Trier. En este caso se trata de un edificio muy simple, con una planta rectangular y sin apenas decoración perteneciente al siglo III antes de Cristo. Es uno de los edificios más grandes de estas características que se conserva en Europa. La entrada es gratuita y en el interior no se pueden hacer fotografías.
Casi al lado de la Basílica de Constantino, diríamos pegados, se encuentra el Palacio Electoral (o del Príncipe Elector), un fastuoso edificio rococó que llama la atención por su contraste con la obra romana. Su construcción se realiza en torno a la mitad del siglo XVIII y en su decoración trabajaron los artistas más importantes de la época, como Ferdinan Tieltz. La escultura, la decoración rococó de su escalera y sus preciosos jardines hacen de este un lugar increíble que te transporta a una época muy interesante de la Europa moderna.
Cerca del Palacio se encuentran algunos interesantes vestigios de la arquitectura romana, las termas y el Anfiteatro Romano. Las Termas Imperiales de Trier, del siglo IV antes de Cristo, son parte de los edificios de la Unesco y son visitables. El Anfiteatro, por su parte, de grandes dimensiones, es muy interesante pero me quedaba un poquito más lejos y como mi intención era dar una vuelta más por la ciudad y volver a Luxemburgo no me dio tiempo a verlo.
Volví callejeando hacia el centro de la ciudad, pasé por dos casas interesantes por motivos históricos o religiosos. Por un lado, la casa de Karl Marx, ya que el autor nació en Trier y es allí donde se encuentra el museo dedicado a su figura y obra. Y la casa de Los Reyes Magos, que toma su nombre de una pintura de la Epifanía que existía en ella. Sólo se puede ver su exterior ya que en el interior hay un establecimiento.
Trier me pareció una ciudad muy animada, el tiempo acompañaba mi paseo y las calles estaban llenas de gente. Además en esos días se celebraba un festival de música en la calle y no sólo había escenarios para conciertos sino terrazas a rebosar y tenderetes donde poder tomar una copa de vino de mosela o una cerveza. El ambiente durante mi día en Trier fue excepcional, disfruté muchísimo de todas las actividades que hacer y las cosas que ver en Trier durante un día.
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