Lisboa, una joya en el sur de Portugal

Lisboa la joya del sur de portugal

Cuando pensamos en organizar unas vacaciones lo más habitual es pensar en lugares exóticos como la Riviera Maya o en destinos que poseen una cultura diametralmente opuesta a la nuestra, como Dubai. Nueva York, Sídney, Pekín o Moscú son ciudades que siempre aparecen en lo alto de la lista de los destinos más deseados. Sin embargo, no todos los bolsillos pueden pueden permitirse viajes como estos pero ello no significa que debamos quedarnos encerrados en casa. Los españoles tenemos la suerte de contar muy cerquita con uno de los países más ricos en cuanto a historia, gastronomía y cultura: Portugal.

El país luso es uno de los destinos preferidos por muchos españoles por varios motivos: está relativamente próximo a cualquier ciudad española, es barato y el idioma, muy similar al castellano y al gallego, no supone una gran barrera a la hora de moverse por allí. Nosotros ya hemos visitado una de las ciudades más famosas del país, Oporto. Ubicada al norte de Portugal, y a poco más de una hora y media de Vigo, Oporto es una ciudad que merece la pena visitar por su contraste entre lo tradicional y lo moderno. Por si todavía no la habéis visitado, os dejamos por aquí el post en el que os contamos qué ver durante un fin de semana. Lisboa es una ciudad ideal para viajar sola ¿te animas?

Si el norte del país nos pareció precioso, en el sur también se concentran algunos de los lugares más bonitos del país vecino. Hoy os vamos a hablar de uno de los más importantes, de la capital del país, Lisboa. Sí, lo sabemos, es uno de los principales reclamos turísticos de Portugal y suele contar con un gran número de visitantes en cualquier época del año pero esto no debe echarnos para atrás. ¿Dejaríais de visitar el Coliseo romano o la Torre Eiffel por el número de turistas que los visitan a diario? Pues con esta ciudad ocurre lo mismo, su encanto es tal que merece la pena las colas que tengamos que hacer para visitar algunos de sus mayores atractivos.

Lisboa

La capital de Portugal es una de las ciudades más pintorescas del mundo. Sus casas de colores vivos se fusionan con algunas de las construcciones mas modernas creando un contraste de lo más llamativo. Como centro neurálgico del país gracias a su puerto, Lisboa vivió su época dorada durante los siglos XVI y XVII, conocidos también como la Época de los Descubrimientos. Y es que fue precisamente desde el puerto de Lisboa desde donde partieron la mayoría de las expediciones portuguesas al Nuevo Mundo, así como las que exploraron las costas africanas. Los portugueses llegaron incluso hasta Asia, en donde podemos encontrar su legado en la región de Macao, conocida a nivel mundial por haber superado a Las Vegas como capital del juego.

La importancia que tuvieron estas exploraciones en el devenir del propio país puede observarse en diferentes puntos de la ciudad. Uno de los más emblemáticas es el Monumento a los Descubrimientos, un conjunto escultórico de más de 50 metros de altura construido en los años 60 para conmemorar el 500 aniversario de Henrique El Navegante, descubridor de Cabo Verde, Las Azores y Madeira.

Navegantes de Lisboa
Monumento a los navegantes. Foto: Pxhere // Dominio público

Más moderno es el Puente Vasco da Gama, levantado a finales de la década de los 90 con motivo de de la Exposición Universal de 1998. Este puente, que cuenta con más de 12 kilómetros de longitud, es el más largo de toda Europa y su denominación conmemora los 500 años de la llegada de Vasco da Gama a la India.

Puentes de Vasco da Gama en Lisboa. Foto: Wikimedia // Paul Hermans // CC BY-SA 3.0
Puentes de Vasco da Gama en Lisboa. Foto: Wikimedia // Paul Hermans // CC BY-SA 3.0

Lisboa cuenta además con uno de los cascos históricos más bonitos del país. La Baixa es el barrio más céntrico de la ciudad, comenzando en la Plaza de los Restauradores hasta llegar, a través de la Avenida de la Libertad, a la Plaza del Marqués de Pombal. Ésta última lleva el nombre del hombre que reconstruyó el barrio tras el terrible terremoto que sacudió la ciudad en el siglo XVIII. El estilo que plasmó Pombal es clásico, siguiendo una cuadrícula a la hora de diseñar las calles en las que abundan las fachadas decoradas con azulejos.

En La Baixa se encuentran algunas de las plazas más famosas de la ciudad, como la ya mencionada Plaza de los Restauradores, la Plaza do Rossio, la Plaza de Figueira o la Plaza del Comercio, la más espectacular de Lisboa construida donde se ubicaba el Palacio Real.

Plaza del comercio en lisboa
Plaza del comercio desde el aire. Foto: Wikimedia // Deensel // CC BY- SA 2.0

Al ser un barrio céntrico, La Baixa suele ser el mejor punto de partida para visitar la ciudad. Desde él nos podemos mover en metro, en tranvía o andando, aunque la opción preferida de los turistas para subir al Barrio Alto y a Chiado es tomar el Elevador de Santa Justa. Inaugurado en el mes de julio de 1902 y con 45 metros de altura, este elevador se construyó para resolver los problemas de comunicación entre ambas partes de la ciudad. En un principio recibió el nombre de Elevador do Carmo (las ruinas del Convento do Carmo se encuentran junto a él reconvertidas hoy en día en el Museo Arqueológico) y funcionaba a vapor; no fue hasta 1907 cuando se llevó a cabo la instalación actual de motores eléctricos. En lo alto de la ruta se encuentra un mirador desde el que se puede apreciar una vista espectacular de la ciudad. Una curiosidad: el aforo máximo es de 20 personas para subir y 15 para bajar.

El famoso ascensor de lisboa
El famosos ascensor. Foto: Wikimedia // Noel Aders // CC BY-SA 3.0

Esta parte de la ciudad, conocida por su estilo bohemio e intelectual como el Montmartre luso, es de visita obligada para todos los amantes de la arquitectura. Además, entre sus calles coloridas en las que los lisboetas no dudan en tender la ropa aumentando así su aspecto de postal, podemos encontrar algunas de las mejores librerías de Lisboa. Y entre libro y libro es imprescindible dejarse caer por el café A Brasileira, un lugar de culto en la ciudad ya que en su terraza se encuentra una escultura en bronce de uno de los poetas portugueses más importantes de la historia: Fernando Pessoa.

Otro de los lugares de interés de esta zona es el Miradouro de Sao Pedro de Alcántara desde el que se puede disfrutar de unas vistas increíbles de las ruinas del Castillo de San Jorge, el río Tajo y el barrio de La Baixa.

Estatua de Pesoa
Estatua de Peosa. Foto: Wikimedia // Daniel Villafruela // CC BY-SA 3.0

Otro de los barrios más famosos de Lisboa, y también el más antiguo, es el de Alfama. Su acceso no es posible en coche debido a lo estrecho y empinado de sus calles por lo que mejor es tomar el tranvía 28 o llegar hasta él andando. De origen humilde y habitado ya desde la época de los visigodos, Alfama ha sido el hogar durante décadas de cientos de pescadores y precisamente entre sus calles nació el fado, la música tradicional portuguesa. Pasear por las calles de Alfama es retroceder en el tiempo hasta la Lisboa más tradicional, un viaje único plagado de emociones y sensaciones que culminan en obligada visita al Museo del Fado. Durante el recorrido pasaremos por la Catedral de Sé, de estilo románico, que a pesar de no ser la más grande la ciudad sí es de las más antiguas.

Belém es el último gran lugar que no podemos dejar de visitar si viajamos a Lisboa. Al estar más alejado del centro de la ciudad es recomendable que su visita se realice al principio o al final para llevar un orden lógico. Lo más cómodo para desplazarnos hasta Belém es coger el tranvía 15 aunque también existe la posibilidad de coger un barco en la estación fluvial y llegar a este barrio del que partieron los grandes descubridores portugueses disfrutando de un agradable paseo marítimo.

Además del Monumento a los Descubridores del que ya os hemos hablado, Belém cuenta con dos visitas obligatorias: la Torre de Belém y el Monasterio de los Jerónimos. La primera fue construida entre 1515 y 1519 en la desembocadura del río Tajo como torre defensiva de la ciudad para más tarde desempeñar las funciones de faro y centro de aduanas. La Torre de Belém, declarada en 1983 como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, consta de 5 plantas unidas entre sí por una pequeña escalera de caracol. La visita a su interior está permitida pero suelen formarse largas colas para entrar.

Torre de Belem
Torre de Belem. Foto: Wikimedia // Alvesgaspar // CC BY-SA 3.0

Muy cerca de la Torre se encuentra el Monasterio de los Jerónimos, en cuyo interior se encuentran las tumbas de Vasco da Gama, Luís de Camões y Fernando Pessoa. El monasterio, que fue diseñado por Diogo de Boitaca bajo el estilo manuelino, comenzó a construirse en 1501 para conmemorar el regreso de Vasco da Gama de la India. Tanto la iglesia como el claustro del monasterio destacan por una estructura muy diferente al resto de construcciones religiosas de la ciudad. Además, y al igual que la Torre de Belém, el Monasterio de los Jerónimos también es considerado como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO desde 1983.

Monasterio de los Jerónimos
Monasterio de los Jerónimos. Foto: Wikimedia // Luca Galuzzi // CC BY-SA 2.5

Y para finalizar nuestro viaje que mejor manera que hacerlo probando los típicos pastéis de Belém, cuyo origen se sitúa precisamente en el Monasterio de los Jerónimos. Estos pequeños pasteles de hojaldre y crema son toda una institución en la gastronomía portuguesa hasta el punto de que su receta es secreta y se dice que tan solo es conocida por tres personas en el mundo. ¿Quién se puede resistir a un manjar tan codiciado?

Pasteles de Belem
Pasteles de Belem famosos en Lisboa. Foto: Wikimedia // mmmmngai@rogers.com // CC BY- SA 2.0

Artículos recomendados