La ciudad libre de Christiania: qué ver

La ciudad libre de Christiania

La razón por la que me decidí a viajar a Copenhague, fue todo lo que había leído acerca de la ciudad de Christiania, en el distrito de Christianshavn, dentro de la capital de Dinamarca. Mis ansias por conocer la ciudad libre de Christiania (Fristaden) y por ver que otro mundo es posible gracias a la autogestión me hizo querer conocerla.

Bien es verdad, que después de la experiencia de haber viajado a Dinamarca, puedo hablar maravillas de la ciudad entera, pero mi compañera viajera Miriam ya os ha contado su ruta por Copenhague y los castillos que os recomiendo encarecidamente.

La ciudad libre de Christiania, historia.

Hace casi cincuenta años que Christiania empezó a tomar forma, su fecha de nacimiento data del año 1971. Los terrenos en los que se sitúa Christiania, pertenecían al ejército, estos fueron abandonados ese mismo año y a raíz de ello, “okupados”. Hoy día, Christiania tiene una población de unos mil habitantes, los cuales se abastecen ellos mismos e incluso tienen su propia marca de cerveza.

 

Christiania, cómo llegar.

Para llegar a Christiania, debemos alejarnos un poco del centro de Copenhague, nosotros fuimos caminando hasta allí, creemos que es como mejor se conoce cada rincón de una ciudad. También se puede llegar en metro, Christianshavn es el nombre de la parada en la que tendrás que bajarte, para acceder a la ciudad libre de Christiania. Un dato curioso, es que, vais caminando hacia allí, desde el puente Hojbro, que confluye con la calle Ved Stranden, se puede ver sumergida en el interior del canal una escultura, casi nadie conoce su existencia ¿la conocíais?

Escultura sumergida La ciudad libre de Christiania
Escultura sumergida. Foto: Mon García

Esta escultura, al igual que la Sirenita, está basada en un cuento de Hans Christian Andersen, aunque hubo más escritores que difundieron esta historia, Agnete og Havmanden, (Agente y el Tritón). La escultura está compuesta por ocho figuras, entre ellas un hombre pez, merece la pena saber el trágico y desolador final que acompaña a la fantasía de la escultura.

Volvamos a nuestro camino a Christiania. Se puede acceder a la “ciudad” desde la calle Princessegade. Una vez pasado el umbral del arco que nos recibe dando nombre a la ciudad de Christiania, parece que estuvieramos en un lugar totalmente diferente a lo que habíamos visto y conocido de Copenhague y de nuestras propias ciudades. Como dato interesante, dentro no se permite la entrada a ningún tipo de vehículos, solamente vais a ver gente caminando y montados en bicicletas.

La primera toma de contacto allí es en Pusher Street, su calle principal, que no nos dejó indiferentes. Fuimos en invierno y como os podéis imaginar, hacía bastante frío. En esa misma calle y junto a un montón de puestos de diversa índole, como souvenirs de la propia Christiania o kioskos donde tomarse la famosa cerveza ecológica “christianita”, (Okologisk Christianias Thy Pilsner),  nos encontramos bidones con hogueras dentro para poder calentarse en las calles de la ciudad.

Al ir adentrándonos pudimos ver zonas deportivas como un skate park, varios restaurantes, tiendas, viviendas de todas las formas y colores que os podáis imaginar, colegios y guarderías, algún que otro taller artesano, (el de bicicletas, por ejemplo, las Christianbikes se conocen en todo el mundo por llevar un cajón en su parte delantera para transportar, desde la compra a los más peques de la casa)  y muchos huertos ecológicos, así como diversas zonas con animales de granja, por las que los “christianitas” se abastecen con comida proveniente de ambos lugares; todo muy ecológico.

Mon La ciudad libre de Christiania
Mon en la ciudad libre de Christiania. Foto: Mon García

Christiania tiene también una oferta cultural amplia, se pueden ver exposiciones temporales de arteconciertos, para ellos hay un gran escenario acondicionado en la plaza principal, puedes encontrar músicos callejeros por sus calles, a veces empedradas, a veces simplemente caminos de arena .

Pasear a la orilla del lago es una sensación de paz que en mitad de grandes ciudades es difícil llegar a encontrar. Merece la pena hacerlo en un lugar tan diferente al resto de lugares que se hayan podido visitar a lo largo de nuestra vida. Christiania, es una ciudad libre de impuestos en términos generales. Las viviendas no se pueden comprar ni vender e incluso mineralizan su propia agua y utilizan paneles solares para poder tener luz, en definitiva; se autoabastecen por completo sin depender absolutamente de nada ni nadie.

 

Y para despedirnos de esta ciudad libre de Christiania…

No podíamos abandonar Christiania, sin antes tomarnos una cerveza hecha en el lugar, al lado de los bidones que calentaban a los habitantes y visitantes y con la música proveniente de los kioskos, que daba ritmo a todos los que estábamos allí. Tampoco nos podíamos ir sin comer algo en uno de los restaurantes de comida ecológica para proseguir con el día que aún quedaba por delante. El restaurante que elegimos fue Nemoland,  bastante económico si lo comparamos con la ciudad de Copenhague y con una amplia carta de cervezas y diferentes platos con comida saludable y sacada de la propia ciudad de Christiania.

Vuelta a Europa: La ciudad libre de Christiania
De vuelta a Europa. Foto: Mon García

Esta ciudad libre, independiente, autogestionada y con sus propias leyes, en la que sus ciudadanos conviven sin conflictos, en paz, compartiendo, donde nadie es más que nadie, nos enseña, al fin y al cabo, que otro mundo sí es posible. Con bastante pena nos marchamos de allí, sin embargo, nos llevamos un recuerdo inolvidable de la ciudad y un claro aprendizaje de lo citado anteriormente.

Como nuestro alojamiento estaba en Copenhague, cuando salimos de Christiania en el cartel de despedida que estaba en el arco, nos decía adiós y nos recordaba que volvíamos a la realidad europea: “You are now Entering the EU”.

Mon García

Soy Mon y trabajo en un hotel en Madrid, ciudad en la que vivo. Por suerte, soy de las pocas personas que pueden decir que trabajan en aquello que un día estudiaron, gracias a que, en España, el sector turístico va viento en popa. Vivo para viajar. Es lo que más feliz me hace.

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