Hoy os traemos nuestra opinión sobre el restaurante La Sanducherie, un nuevo concepto de sándwich en Madrid muy cerquita de la plaza de Alonso Martínez y a pocos pasos del barrio de Chueca. ¿Te vienes a probar estos nuevos sándwiches?
A La Sanducherie llegamos un poco sin querer, un poco sin buscarlo, pasábamos por la calle y decidimos ver qué había en ese gastrobar nuevo que ninguno conocíamos pero que tenía buena pinta. Allá que nos fuimos a probar los sándwiches con acento venezolano y con muchísimo buen sabor. El
local es de reducidas dimensiones hay unas 8-10 mesas tanto bajas como altas con una decoración muy moderna en la que destacan las paredes con una especie de mural de flores con amapolas y otros elementos vegetales. Las mesas son pequeñas en madera y con un gran banco corrido por lo cual se pueden juntar para grupos un poquito más grandes como era el nuestro.
En la carta nos encontramos algunos entrantes como las ensaladas de burrata o la César con berros y sobre todo un plato de
origen venezolano como son los tequeños: dedos de masa crujiente rellenos de queso mozarella y acompañados por una especie de salsa de mayonesa que, por supuesto, pedimos.
El resto de la carta está poblado por un buen número de sanduches, es decir, una especie de bocadillos muy modernos y originales con un montón de diferentes ingredientes desde el cerdo a los pepinillos o el queso, pasando por pollo ternera y setas.
Pedimos varios de estos bocadillos para compartir yo elegí un “
El cubano mi hermano” cuyo ingrediente principal era el
cerdo desmechado condimenta durante varias horas y acompañado de pavo natural mostaza pepinillos queso y un poquito de sal Maldon. Me gustó mucho la combinación sobre todo porque los pepinillos le daban un toque de acidez al cerdo que era bastante dulce.
También probamos el bocadillo llamado “Pulled porky“, que también llevaba cerdo cocinado durante varias horas esta vez acompañado con col delgadas lonchas de pepinillo ensalada y salsa barbacoa, todo ello dentro de una especie de pan de hamburguesa pero con una masa bastante dulce como si se tratase de una brioche.
Los sándwich tienen un buen tamaño, los que probé tenían además muy buen sabor y estaban servidos con una pequeña ración de patatas fritas que tenían un sabor muy particular, estaban realmente buenas.
El lugar nos gustó mucho porque era tranquilo no había demasiada gente y podías degustar la comida y compartir una charla con la compañía. Los precios de los bocadillos no son bajos y los comparamos con los bocadillos tradicionales de Madrid, cuestan entre los 8 y 10€. Es, sin embargo una puesta diferente y muy innovadora por la que merece pagar ese poquito más. Un punto a favor del restaurante es que si pides un vaso de agua te ofrecen el vaso de agua gratis, es decir, no te cobran una barbaridad por pedir simplemente un poco de agua.
Muy original también la forma de llevarnos la cuenta, en una latita de conserva. Habrá que repetir. Gracias por pasar.